Para el Congreso Nacional de la República Dominicana, es decir, el Poder Legislativo de nuestro país, constituye un verdadero honor, un grato y placentero honor, recibir, en este solemne Salón donde acostumbra celebrar sus sesiones la Asamblea Nacional y la Reunión Conjunta de las Cámaras, la histórica visita sin precedentes, de su excelencia el señor Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
Dicha honrosa visita ha podido ser posible en los actuales momentos, debido a la iniciativa y a la actitud, que desde hace un tiempo mantiene en torno al reconocimiento como Estado de la Autoridad Nacional Palestina, el Señor Presidente de la República, el Dr. Leonel Fernández Reyna.
En efecto, en el marco de la celebración de la XV Cumbre de los Países No Alineados (NOAL) llevada a cabo en Egipto en el mes de julio del año 2009, la República Dominicana y el Estado Palestino, acordaron el establecimiento de relaciones diplomáticas formales, mediante un comunicado conjunto firmados por sus respectivos presidentes.Desde entonces y de manera oficial como Presidente del Estado Dominicano, el Dr. Leonel Fernández Reyna no ha escatimado esfuerzo alguno ni desperdiciado oportunidades en los diferentes escenarios internacionales, para abogar, con sobradas y justificadas razones, el merecido reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina como país y nación, de manera oficial y formal, de todos los Estados que integran la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Autoridad Nacional Palestina, se origina en el año 1994, como consecuencia de los resultados logrados en los acuerdos de Oslo, suscritos entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el gobierno de la República de Israel.
Estos acuerdos que arribaron a la conclusión de reconocer, aún fuere de manera transitoria, a la Autoridad Nacional Palestina, se hizo posible debido a la incansable y perseverante lucha, emprendida y dirigida por un conjunto de hombres y mujeres, encabezados por un hombre que, con el devenir de sus hechos y actuaciones por todo el mundo, se erigió en una especie de leyenda. Me refiero al Señor Yasser Arafat.
Como dije hace un momento en otra parte de las palabras que les dirijo a todos los presentes, aquí y ahora, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no le ha conferido a la Autoridad Nacional Palestina, la titularidad como miembro de la misma. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que un gran número de países árabes, asiáticos, africanos, europeos y latinoamericanos, incluyendo el nuestro, le reconozca a la Autoridad Nacional Palestina la condición de un auténtico y legítimo Estado.
Su historial está ahí: Auspiciador de las negociaciones y del diálogo con los movimientos judíos en el año 1970. Parte fundamental en el anuncio de “principios de la paz” que perseguía la creación de dos estados en 1977. Electo miembro del Comité Ejecutivo de la OLP en el año 1988. Coordinador de los procesos de negociaciones durante la Conferencia de Madrid. Cabeza del equipo palestino en las conversaciones secretas de Oslo. Jefe del Departamento Nacional de la OLP para asuntos árabes en 1994. Suscribió el acuerdo de paz en 1993 con Israel a nombre de la OLP. Ha encabezado las negociaciones de la OLP desde el año 1994. Avaló con su firma el acuerdo ínterin a nombre de la OLP, en septiembre de 1995. Director de la Comisión Electoral Central en el año 1996, para las elecciones del Consejo Legislativo Palestino. 48 años de exilio de territorio palestino hasta el año 1995. Asumió la dirección de la primera sesión de las conversaciones entre Israel y Palestina sobre el estado final en mayo de 1996. Primer Ministro de la Autoridad Nacional Palestina en el 2003 y Presidente desde el año 2005.
Por ello Presidente Abbas, al mostrar nuestra firme solidaridad por la cruzada que lleva a cabo por todo el mundo, concluimos nuestras palabras diciéndole, conjuntamente con quien en vida se constituyó en un ardiente defensor de los derechos del pueblo palestino, como lo fue el gran José Saramago que, “solidarizarse es un verbo que todos los días se conjuga simultáneamente en sus tres tiempos: presente, pasado y futuro. El recuerdo de la solidaridad pasada refuerza la solidaridad que el presente necesita, y ambas, juntas, preparan el camino para que la solidaridad, en el futuro, vuelva a manifestarse en toda su grandeza”.
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